Qué decirle a una persona con ansiedad

20.09.2024

La empatía junto a la validación emocional son dos estrategias fundamentales a la hora de hablar con alguien ansioso. Te compartimos frases idóneas para ello, así como aquello que es preferible no mencionar.

La ansiedad es una experiencia emocional que, en mayor o menor medida, todos vivimos en algún momento. Aunque en ciertas circunstancias puede ser útil, permitiéndonos anticipar posibles amenazas, en muchas otras se convierte en un obstáculo. Para quienes la padecen de manera crónica o intensa, resulta paralizante y afecta su capacidad de disfrutar la cotidianidad.

Partiendo de ello, entender a alguien ansioso no es fácil, en especial porque sus percepciones y emociones pueden ser diferentes a las nuestras. Y con frecuencia, queriendo ayudar, terminamos invalidando sus sentimientos o, peor aún, enviando mensajes que solo agravan la situación.

Expresiones como "cálmate" o "trata de tranquilizarte" son ineficaces y perjudiciales. Lo fundamental en estos momentos es la empatía y la disposición para escuchar sin juzgar, puesto que no hay milagros ni palabras mágicas que desvanezcan los sentimientos del otro. A continuación, exploraremos cómo comunicarnos con comprensión y sin empeorar el malestar.

"Lo más importante es que necesitamos ser entendidos. Necesitamos alguien que sea capaz de escucharnos y entendernos. Entonces, sufrimos menos". ~ Thich Nhat Hanh ~

1. "Estoy aquí contigo, no estás solo"

Hacer ver a la persona que cuenta con nuestra presencia es de gran ayuda. Así proporcionamos una seguridad que agradecerá. También podemos preguntarle si necesita más espacio, más o menos contacto, etc. Con ello demostraremos que nos importa cómo está y que tenemos en cuenta sus necesidades.

2. "Entiendo que lo que sientes es muy desagradable, pero recuerda que esto pasará"

La validación emocional es esencial para quien sufre de ansiedad. Es fundamental que sienta que sus emociones y experiencias son aceptadas y comprendidas, sin restarles importancia. Además, al recordarle que lo que experimenta eventualmente terminará, le ofrecemos un alivio adicional, ayudándole a sobrellevar el malestar con un poco más de esperanza.

3. "Tómate el tiempo que necesites, no hay prisa"

Es importante transmitirle la idea de que no hay apuro y que puede tomarse el tiempo que necesite para recuperar la calma. Así le reducimos la presión, permitiéndole relajarse con facilidad.

4. "Puedes hablar conmigo sobre cómo te sientes"

Dejarle saber que puede expresar sus emociones no solo le brinda comprensión y apoyo, sino que contribuye a que se desahogue sin temor a ser juzgado/a. Además, verbalizar lo que siente es útil para tomar mayor conciencia emocional y empezar a manejar mejor los sentimientos.

5. "Estoy a tu lado, intenta respirar como yo lo hago"

Si se trata de alguien que vive su ansiedad en silencio, por miedo al rechazo o la incomprensión, recordarle que estás a su lado le hace sentir compañía en el proceso. Invitarle a sincronizar su respiración con la tuya le favorece para calmar sus pensamientos. Si además conoces la técnica de respiración diafragmática, es mejor, ya que facilita un estado de mayor tranquilidad.

6. "Entiendo que esto es difícil para ti"

Una forma efectiva de validar los sentimientos de alguien ansioso es reconocer lo complicada que la situación le resulta. Quizás de esta manera no sentirá que le rodean señalamientos o presión del entorno.

7. "Es un ataque de ansiedad. Sé que es muy desagradable. ¿Puedo hacer algo por ti? Me gustaría ayudarte"

Nombrar lo que la persona experimenta puede ser el primer paso que colabore en regularlo. Preguntar cómo ayudar, en lugar de asumir lo que necesita, le permite expresar sus verdaderas necesidades, ya sea más espacio, un vaso de agua, un abrazo o cualquier otro tipo de apoyo.

En todos los escenarios, es esencial mantener el contacto visual, hablar con calma y evitar la sobreestimulación, para crear un ambiente más tranquilo y seguro.

¿Qué no decirle a una persona con ansiedad?

Si bien abordamos formas para comunicarnos de manera empática con alguien que enfrenta este sufrimiento, vale la pena repasar aquellas que es mejor evitar cuando hablamos con quien lidia el problema. Decirle a alguien con ansiedad alguna de las siguientes frases, aunque bien intencionadas, tienden empeorar la situación y aumentar el malestar.

"No es para tanto, deja de preocuparte"

Esta expresión puede surgir de una buena intención, pero el mensaje que se transmite es invalidante. Decir «no es para tanto» minimiza los sentimientos, lo que puede llevar a aislarse y a evitar comunicarse.

Es importante entender que alguien ansioso, a menudo, sabe que sus pensamientos son irracionales, pero no puede controlarlos. Más que exigir, debemos empatizar y hacerles sentir que estamos a su disposición.

"Tranquilo. Deberías relajarte"

Cualquiera que experimente angustia desea relajarse y sentirse más aliviado, pero en medio de una crisis, su mente y cuerpo no se lo permiten. Su sistema nervioso está en alerta y sobrecargado. Decir «deberías relajarte» solo añade presión y puede aumentar la inquietud, ya que implica una demanda de algo que en ese momento no es posible. Una opción más adecuada sería «tómate el tiempo que necesites».

"Cálmate"

Tal expresión, similar a la anterior, es capaz de empeorar la situación porque transmite la expectativa irreal de que la persona domine su estado ansioso de inmediato. Es como pedirle a quien tiene fiebre que la baje instantáneamente, lo que genera frustración y culpa.

"Estás exagerando"

Frases como "no dramatices", "tienes que relativizar" o "quítale importancia" invalidan los sentimientos, debido a que dan a entender que el sufrimiento no es significativo.

Para alguien ansioso, todo parece una amenaza real, puesto que se encuentra hipervigilante y su cerebro en alerta. Estas señales de peligro desencadenan en síntomas como taquicardias, sudoración, dolor abdominal, etc. Estas respuestas fisiológicas no se pueden ignorar o disminuir.

"Piensas demasiado. Eres muy negativo, deberías ser más positivo"

El pensamiento irracional, acelerado y negativo es característico de la ansiedad, acompañado de una constante percepción de peligro. Decirle a alguien que "piensa demasiado" o que "debería ser más positivo" no solo minimiza su experiencia, sino que le haría sentir aún más incapacitado. Ninguna crisis ansiosa se ha resuelto con "pensar positivo"; se necesitan estrategias y recursos concretos.

"No pienses"

Esta es quizás una de las frases más inútiles y sin sentido en estos casos. No pensar es imposible, y más para una mente ansiosa, que tiende a caer en bucles de pensamientos obsesivos conocidos como rumiación.

"Esfuérzate más"

La persona ansiosa hace todo lo que puede, y si no puede hacer más, es porque no sabe cómo o se siente bloqueada. Decirle a alguien con ansiedad expresiones como esta, solo generan más frustración e impotencia, en lugar de calmar.

"¿Y ahora por qué estás así?"

No comprender lo que conlleva la ansiedad no justifica reducir el sufrimiento de otra persona o la falta de empatía. Cuestionar a alguien que atraviesa en una de estas crisis puede hacer que se sienta incomprendido y ridiculizado. Con el tiempo, esto conduciría a la pérdida de confianza en la relación.

Escucha y empatía, la fórmula perfecta

Como vemos, la ansiedad es una gran incomprendida, tanto para quien la experimenta, como para los que están a su alrededor. Esto, con frecuencia, deriva en el uso de frases y expresiones que, lejos de ayudar, distancian a la persona porque siente mucha exigencia y que no la entienden.

Estamos ante un trastorno que demanda escucha y empatía, para saber qué necesita quien lo vive, qué le preocupa y qué es lo mejor que podemos hacer para ayudar. Incluso, hay que tener claro que no todos somos expertos en salud mental, por lo que a veces lo conveniente es acompañar o bien sugerir la ayuda de un profesional.

Info: Psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Al ritmo del cuarteto argentino, un género que nació en el interior del país, la canción se convierte en un viaje emocional y pasional a través del amor, la pérdida y el difícil acto de soltar lo que ya no es sano