Maycown Reichembach: Un viaje desde el virtuosismo hacia la emoción
El músico argentino apodado "el mago de la guitarra fusión" lleva años recorriendo el mundo y perfeccionando su técnica, pero su nuevo disco lo encuentra regresando a sus raíces en el rock y a su interés en la espiritualidad.

En la música de Maycown Reichembach conviven dos mundos: la precisión técnica de un guitarrista virtuoso y la libertad de un artista que se deja llevar por la emoción. Tras años explorando la fusión entre el rock y la música académica, su nuevo disco homónimo encuentra al músico argentino en un lugar distinto, más crudo y personal. Es un regreso a sus raíces, pero también un paso hacia adelante: por primera vez, su voz se suma a la ecuación. Y detrás de cada riff, de cada arreglo y de cada verso, late una idea clara: la música es un viaje, y él está listo para compartir el suyo.
Maycown Reichembach siempre estuvo vinculado al virtuosismo en la guitarra. Su trayectoria lo llevó por el camino de la complejidad técnica y la exploración de sonidos sofisticados, pero en su nuevo álbum decidió dar un giro. "Siempre quise hacer algo diferente -cuenta en conversación con Indie Hoy-. Temas más simples, por decirlo de alguna manera. Pero en el ambiente de los guitarristas, eso no es algo común".
Después de años de perfeccionar su estilo con una fuerte impronta jazzística y académica, Reichembach sintió la necesidad de volver a las raíces. Se permitió conectar con la música que lo había marcado en su adolescencia, como Jimi Hendrix, Deep Purple y Led Zeppelin. "Decidí, por fin, hacer lo que realmente quería, lo que siempre me gustó, lo que siempre escuché", explica. Pero, lejos de un simple homenaje, su búsqueda no es la de un imitador, sino la de alguien que reinterpreta esas influencias desde su propio lenguaje, fusionando el rock con el jazz, el blues y otros géneros que exploró a lo largo de su carrera.
Su nuevo disco es una declaración de principios. No es casualidad que haya elegido su propio nombre para bautizarlo: es una forma de reconectar con su esencia. "Recordé al chico de 15 o 16 años que escuchaba a Jimi Hendrix y pensaba: 'Yo quiero hacer esto'", dice. En aquel entonces, pasaba horas con la guitarra en las manos, obsesionado con encontrar una identidad propia. Años después, el camino de la música lo llevó a formarse en Brasil, donde la estructura académica lo alejó parcialmente del rock y lo acercó a la música clásica, el jazz y el blues.
Más allá del virtuosismo y las influencias musicales que lo marcaron, en este álbum hay un mensaje más profundo. Para Reichembach, el arte es una forma de sacudir conciencias, de invitar a otros a mirar la realidad desde otro ángulo. "Creo que el ser humano tiene que dejar algo en este mundo, más allá de solo tener un trabajo y vivir -dice-. Y siento que mucha gente no hace eso. Con mi arte, intento, indirectamente o directamente, hacerte despertar, que empieces a ver el mundo desde otro lugar, que entiendas que hay algo más allá de lo que ves o sientes. No te estoy diciendo qué hacer, solo quiero que sepas que hay algo más".
Dentro de esa exploración, hay una influencia que sobresale y que se filtra en varias de sus letras: la civilización Tartaria. Para él, se trata de un enigma fascinante, un conocimiento que, de alguna manera, fue ocultado. "Eran muy avanzados, tanto espiritualmente como en términos de tecnología -cuenta-. Por ejemplo, hace más de 100 años, ya existían autos que flotaban, algo impensado hoy en día. También tenían acceso a energía libre, sin necesidad de servicios. Y, sin embargo, hoy ya no existe eso. ¿Por qué será? Es una gran pregunta".
Su acercamiento a estos temas no fue casual. Reichembach siempre sintió la necesidad de ir más allá de lo que le ofrecían las explicaciones convencionales. "Todo comenzó con mi búsqueda espiritual -dice-. Al no encontrar información accesible, empecé a investigar por mi cuenta. Mucho de esto está muy oculto, pero con el tiempo, y al conectarme con personas que investigan estos temas, pude llegar a esa información".
Sin embargo, ahora siente que todo ese recorrido desemboca en este punto, donde vuelve a abrazar sus primeras pasiones sin renunciar a todo lo aprendido. "Ese chico era muy idealista, soñador -recuerda-. Se levantaba todos los días con la idea de conseguir algo, de ir a buscar sus sueños". Hoy, con la madurez que dan los años, siente que su búsqueda no cambió tanto. La diferencia es que ahora ya no necesita demostrar nada: solo hacer la música que realmente lo representa.
Desde chico, Maycown Reichembach sintió que su manera de ver el mundo era distinta. No mejor ni peor, simplemente diferente. Siempre tuvo una sensibilidad especial hacia lo que va más allá de lo tangible, una inquietud espiritual que, con el tiempo, encontró su manera de expresarse a través de la música. Su nuevo disco es, en parte, el resultado de esa búsqueda. "Siempre quise hablar de eso, transmitir algo relacionado con esa visión del mundo -explica-. Es algo que tengo adentro y que quería compartir".
Para él, la música es una forma de canalizar todo ese conocimiento, de poner en palabras y sonidos una visión del mundo que no suele encontrarse en la superficie. Su nuevo disco no solo es un homenaje a sus raíces musicales, sino también un puente hacia esa otra realidad que siempre permaneció latente.
A lo largo de su carrera, Maycown Reichembach recibió varios apodos, pero hay uno que se destaca por sobre el resto: el mago de la guitarra fusión. Un título que, si bien le halaga, no termina de definirlo del todo. "No me considero un mago en el sentido literal -aclara entre risas-, pero sí me siento como un creador, un realizador de arte. Después de 25 años haciendo esto, uno adquiere una destreza única, y eso me lleva a un lugar privilegiado, por decirlo de alguna forma. Tal vez por eso no sorprende que el disco cierre con "The Wizard", un tema que, de alguna manera, encapsula ese concepto de la transformación artística y la búsqueda interior."
Pero su historia no se resume solo en el rock. Su faceta sinfónica encontró un punto alto en la ópera rock Quantum Orchestra, un proyecto que, aunque nació hace más de diez años, sigue resonando en su carrera. "Creé un poema sinfónico, que es una obra más simplificada que una sinfonía, pero enfocada en lo que yo hago: el rock combinado con la música erudita de hoy -explica-. Pasé dos años y medio escribiendo cada instrumento, cada nota. Fue un proceso muy estresante, y unir a toda esa gente para que lo ejecutara fue realmente impresionante. Hicimos cuatro conciertos y grabamos un DVD que salió bajo EPSA Music. Pero debido a problemas de presupuesto, no pudimos hacer más. A nivel mundial, solo hay un ejemplo en Estados Unidos y otro en Holanda de algo similar".
Su disco anterior, Way from Home (2018), fue otra apuesta importante, sobre todo porque lo llevó a recorrer el mundo. "Contó con músicos de gran nivel, como Simon Phillips, Igor Saavedra, entre otros, lo que le dio una calidad técnica y sonora única -cuenta-. Hicimos una gira por Japón, Indonesia, Malasia… y la verdad, fue increíble. Los asiáticos consumen mucho ese tipo de música, y allá el disco tuvo una gran recepción. Fue un disco diferente, pero que, a la vez, conectó con ese público".
Más allá de los cambios estilísticos, una de las transformaciones más notorias en su música fue la inclusión de su voz en este nuevo trabajo. Para muchos guitarristas virtuosos, dar ese paso no es fácil, pero Reichembach lo asumió con naturalidad. "Una amiga me dijo en un momento: '¿Por qué cantar si no tenés la voz de Freddie Mercury?' Y yo le respondí que, claro, no tengo esa voz, ni quiero tenerla -cuenta entre risas-. Si escuchás a mis ídolos, como Jimmy Page, no cantaba de una manera impresionante, pero su estilo era único. Eric Clapton no es un gran cantante, pero su estilo lo hace especial. Charly García tampoco es un gran cantor, pero sus composiciones son únicas. Yo voy por ahí. Me siento cómodo y contento con mi voz. Es rock, con un toque de virtuosismo, si se quiere, pero sobre todo es mi estilo".
Con esta nueva etapa, llega también la prueba de fuego: el vivo. Su próximo show en la sala Humboldt de Niceto Club será su reencuentro con el público, pero también una declaración de principios. "Voy a volver a mis orígenes. Quiero hacer sentir el rock más que nunca -dice con entusiasmo-. Cuando toco algo más erudito, como en la orquesta, uno se separa un poco del público, se siente más firme, más distante. Pero el rock tiene otra actitud. El rock es visceral. Quiero un show que sea de adentro hacia afuera, que sea pura energía: saltar, correr, gritar. Eso es lo que quiero transmitir".
Maycown Reichembach se presentará el sábado 5 de abril en Humboldt (Humboldt 1358, CABA), entradas disponibles a través de Passline. Escuchá a Maycown Reichembach en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).
Info: Juampa Barbero